Dos bocinazos, ese era el aviso. Casi sin terminar la chocolatada salía corriendo mientras se prendía los botones de arriba del guardapolvo. Su papá pasaba a buscarlo en un auto blanco, con caja automática.
- A mi me está cansando esto. No puede ser que no hables conmigo. Yo me acuesto tarde y me levanto especialmente para traerte a la escuela y ni hola me decis. ¿Vos te viste la cara que tenés?
- Bueno…
- ¿Sabés qué pasa? Me siento un remisero. Eso voy a hacer. Voy a contratar un remisero y a la mierda. Que te venga a buscar y te lleve, y yo le pago a fin de mes. Porque para venir con un mudo todas las mañanas…me quedo durmiendo un rato más, o me voy directo al trabajo. A la mierda.
Sonaba la 93.7 y la misma publicidad acompañaba el diálogo reproche. Era un jingle, una de esas publicidades que se usaban antes con música y letra pensada especialmente para el aviso.
Mi changuito está contento y bien cargado,
porque viene del mejor supermercado.
Supermercado Mi Changuito,
todo lo que busque seguro encontrará.
Ta, ta tá.
El chico la seguía con la mente, con muchas ganas de cantarla en voz alta.
- Dejame en esta esquina.
- Pero si falta una cuadra.
- Ya se pero no me gusta llegar a la escuela en este auto.
- ¿Pero qué tiene este auto?
- ...
- Desde mañana un remisero. Un remisero voy a contratar.
Las palabras de los otros
Hace 7 años