miércoles, 30 de abril de 2008

octavio

El octavo hijo de la familia. De origen latino. Es agradable, discreto y sociable. Respeta a los demás como también necesita ser respetado. Le gusta reflexionar sobre la vida y tener cerca a sus afectos. Es romántico y fiel.


El otro día me preguntaba por qué me pusieron Octavio. Mi papá se llama Héctor y mi mamá Estela y ninguno de mis tíos ni abuelos se llama Octavio. En realidad no me lo preguntaba yo, me lo preguntó Julieta y no le supe contestar. ¿Y vos, por qué te llamás Julieta? Porque mi mamá me quería poner Julia, pero a mi papá le parecía muy fuerte y entonces llegaron a un acuerdo y me pusieron Julieta. Mudito me dejó. No aguanté y le pregunté a mi mamá. La verdad que no me acuerdo Octi, nos habrá gustado cómo sonaba, si sé que a tu papá y a mi nos gustaba, pero él se debe acordar más. Diez años, solamente diez años y mi mamá ya no se acuerda por qué me puso Octavio.

Mi mamá es así, nunca me dijo que soy hermoso. Eso me gusta. También me divierte que se acuerde que a Carranza, nuestro ovejero alemán, le puso Carranza en honor al viejo que le enseño a nadar. Tenía una paciencia muy oriental ese viejo, por eso le puse Carranza. Un divino.

jueves, 24 de abril de 2008

un poco de ruido.

un chiste, un intento de chiste o cualquier comentario estúpido que busque una complicidad así de chiquita, tiene que ser acorde a un contexto. pero a este lugar llegué hace poco, entonces los intentos de cualquier forma o color no funcionan. no funcionan porque no nos conocemos. no los conozco y no me conocen.

A y B hablan de "recursos humanos".

B: lo vas a tener que hablar con pamela.
A: ¿quién es pamela? no hay ninguna pamela en recursos humanos, ¿o si?

A me mira, B permanece en silencio. entro a la cancha como C.

C: pamela es la más grosa de recursos humanos.

(no era un chiste increíble, pero era como para decir que era la más capa, la que comanda a todo recursos humanos, lo dije como con la intención de decir que es imposbile que no conozcas a pamela, es como la presidente ejecutiva de recursos humanos. me imaginé eso. sin embargo no conozco a pamela, nunca la vi. fue sólo un no se qué cosa a las once de la mañana)

B se caga de risa. se rie mucho y le comenta a A que pamela es re gorda, que por eso yo dije eso.

C: qué hijo de puta resultaste.

muy malo.

domingo, 20 de abril de 2008

si no late revienta

JULIA: Hola Lu… si ya sé, ya sé la hora que es, pero a otro no puedo llamar. Perdoname, pero me desperté recíen por un sueño. Tuve un sueño raro, pero raro raro. De esos que te dejan angustiada. Me levanté con un nudo en la laringe. Me desperté y fue un alivio saber que era un sueño. Sí, te juro, me quedé con un llanto contenido, pero es tanto el cagazo que ni lágrimas me salen, ni una sola… No seas así, sí lloro a veces…¿Qué tiene? Pero lloro, que vos no me veas llorar muy seguido es una cosa, pero sí lloro....Escuchá, estaba en un casamiento…. no sé por qué, pero se casaba mi vieja, se había hecho un rodete en el pelo y tenía puesto un vestido violeta, no sé, un strapless espantoso. Se casaba con el Puma Rodríguez, que sé yo, en los sueños uno mezcla, tratá de hacerte la imagen…No sé, será porque lo ponen en todos los casamientos, bueno los de antes, o porque mi papá lo odia. Viste que mi viejo es pelado y el Puma es muy peludo, cada vez que lo ve por la tele lo re putea. Bueno, la cosa es que llegaba el momento del ramo y yo cerraba los ojos, porque no quería saber nada, pero los cerraba con fuerza, hasta creo que dormida los cerré más fuerte, no quería mirar, no quería abrir más los ojos. Un estado muy raro el mío, entre vergüenza, ganas de gritar y salir corriendo, todo junto. Pero al rato me animé. Abro los ojos y tenía un ramo de margaritas en mis manos y como veinte fotógrafos me disparaban flashes como si fuera famosa, horrible, todos aplaudían y atrás mi vieja feliz avisándole a todo el mundo que a su hija le tocó el ramo. Mucho miedo, no podía respirar, sí te juro, piel de gallina mojada. Horrible, no podía estar parada y lo peor es que todos pensaban que era de emoción, porque nadie me ayudaba. Después aparecía mi papá y me levantaba, me levantaba y me sentaba en los hombros y me llevaba a dar una vuelta por el salón mientras todos seguían aplaudiendo. Y yo, ahí sentada en los hombros de mi viejo con unas margaritas en la mano…

Pausa.

Rarísimo. ¿Vos decís? Porque miedo al casamiento no tengo... Sí, qué se yo, el compromiso o el casamiento es más o menos lo mismo, implican cierta responsabilidad. Creo que le tengo miedo a enamorarme. Sí, a enamorarme y a desenamorarme. A eso le tengo terror. Como me pasa siempre… No sé si estuve enamorada alguna vez. Bueno, con Guille, con Guillermo creo que sí. Es horrible lo que estoy diciendo… Te lo digo en serio. Capaz que todavía no me enamoré, o no me di cuenta, qué feo eso... Sé diferenciar estados más simples. Cuando tengo hambre, cuando estoy enojada, cuando tengo frío. Pero en el amor, hay días, hay tardes, hay noches… De ningún lado saqué eso. Influye todo. Detalles, movimientos, gestos, actitudes y… No sé, no es fácil. Cuando creo que me gusta alguien, que realmente me enamoré, me enrosco y le encuentro millones de cosas lindas, es perfecto. Pero pasan unos días y de repente no me gusta como mueve un hombro o como pronuncia Septiembre, o como se ata los cordones y todo lo dulce se me va al carajo… ¿Con Ramiro? Con Ramiro no sé, es otra cosa. Tiene ese brillito inocente que tiene la gente que no es de acá, que por un lado me atrae y me vuelve loca y por el otro me confirma que no es la persona que tiene que estar conmigo. O capaz me equivoco. Pero para salir está bien, es lo que hay, nos divertimos, qué se yo, pero sé que es eso, nada más. Me da un poco de intriga Estela, pero de chusma…No, no importa, después te cuento ¿Lu? Nada, pensé que no me estabas escuchando. ¿Vos estás bien?

martes, 15 de abril de 2008

Claude Lévi-Strauss

130 kilómetros. por hora. Miro el asfalto por la ventana y pienso en el trabajo que fue asfaltar una ruta. Mi mamá repite cada 5 kilómetros bajá la pata Oscar, bajá la pata. Lala duerme en los hombros de Esteban. Lala duerme con la boca cerrada, Esteban no. Son re hermanos ellos dos. Piel, química, signos, no sé qué mierda es pero son re hermanos. Yo a veces pienso que se desean un poco. Sofi me dice que tienen una relación tan estrecha, tan interior, tan profunda que los hace ser así exteriormente. Entonces uno desde afuera piensa eso, que hay algo. Es obvio que ella lo dice porque Esteban se la cogió.

Mamá se da vuelta y nos mira a los tres, me sonríe y como siempre tiene algo que decir, lo dice:

Qué bárbaro cómo les gusta dormir a estos dos. De chiquitos eran así también. Vos te la pasabas jugando con los rastris, solito en el patio todas las tardes y ellos se quedaban dormidos en cualquier lugar. Uno arriba del otro, como ahora.

lunes, 14 de abril de 2008

pequeña escena

Instructor: Che, Diego, qué tranquilo es tu amigo…
Diego: ¿Por qué lo decís?
Instructor: Qué se yo, siempre ahí atrás, calladito, ni un comentario hace el loco...
Diego: Pero eso no significa que sea tranquilo. Digo, la gente cree que porque está callado está tranquilo. Miralo ahora y prestá atención.

Los dos lo miran a Walter. Walter sigue en silencio.

Diego: Yo diría que es un tipo tranquilo por como respira. Fijate como respira, muy, muy profundo. Cuando uno está tranquilo tiene respiraciones hondas, como las de él ahora.
Instructor: Puede ser…
Diego: Si no, ponete a pensar cuando estás nervioso cómo te cambia la respiración. Se hace más corta, más rápida, más superficial. Pero él no, casi siempre está tranquilo. Pero ojo, no porque esté callado vamos a decir que es tranquilo. Con esa teoría todos los mudos serían tipos tranquilos.
Instructor: Bueno, sí puede ser, qué se yo… ¿empezamos con la clase?
Diego: Cuando vemos una de suspenso, por ejemplo, ahí le cambia la respiración. En esas escenas que no se sabe qué puede pasar se le entrecorta. Ahí me doy cuenta que no está tan tranquilo, hace ruidito cuando respira así.
Instructor: Diego, ¿empezamos?
Diego: Dale.

miércoles, 9 de abril de 2008

desconfiado fermín.

- Me gustaria tener la voz siempre así. Es más directa. Con más fuerza. Y esa cosa un poco ronca me gusta.
- ¿Qué hora es?
- Las siete. ¿Ves cómo suena LAS SIETE con esta voz? Mucho mejor.
- Es voz de dormido, nada más.
- LAS SIETE DE LA MAÑANA EN BUENOS AIRES, DIECISIETE GRADOS, DOS DÉCIMAS, LA TEMPERATURA;DIECIOCHO LA TÉRMICA. UN HERMOSO DÍA. Suena muy bien. A veces, cuando me duermo hasta tarde y suena el teléfono, me da un poco de vergüenza tener la voz de dormido, así que practico antes de atender. HoLaAA, HooOoOlaAAa, HoooooLaaaaa. Cuando no sueno tan dormido atiendo.
- ¿Puedo hacer fiaca quince minutitos más?
- Levantate, nos tenemos que ir.
- Pasame una galleta.
- No, acá en la cama no. Levantate y desayunamos algo.
- Traeme una, nada más, es para tener algo en la panza así te cuento lo que soñé.
- ¿Querés una de agua o una mielita?
- Una mielita.
- Ahora vengo.
- No, dejá. No me traigas nada.
- ¿Por?
- Se me olvidó el sueño, ahora voy y desayunamos algo.

Comieron unas mielitas, café con leche con tres cucharadas de azúcar, sí tres. Dejaron las cosas en la pileta, el que llegue antes lava. Se lavaron los dientes otra vez. Bajaron el ascensor con sensación de sed. El dentífrico les da sed. Ella se puso perfume, el no. Van para distintas esquinas así que se despidieron mientras saludaron al portero. Caminaron en direcciones opuestas. Fermín se detuvo. Se dio vuelta y gritó el nombre de ella. Ella se dió vuelta, no parecía tan intrigada, caminaron para estar cerca uno del otro. Sin mucha voltereta el fue al grano.

- Está bien si no me querés contar, pero aceptame que no te olvidaste el sueño. Es eso, te arrepentiste de contarmeló.
- Sos un imbécil. Me olvidé.
- Bueno, era eso, nos vemos más tarde.
- Dale, suerte hoy. Nos hablamos más tarde.

Ahí viene el colectivo. Un peso por favor. Se le fue la voz que tanto le gusta. Vuelve a ser Fermín. Se sienta y piensa. Sigue sin creerle. Seguro se acuerda.

sábado, 5 de abril de 2008

me olvidé de preguntarle el nombre.

- ¿Pero era muy linda? ¿O era de esas que por la ropa o por la onda ya te llaman la atención?
- No sé, un poco de las dos cosas, pero la ropa no era, si ni siquiera sé qué tenía. O sea, tenía un jean, pero es lo único que vi porque arriba tenía un guardapolvo azul que tapaba todo.
- ¿Azul?
- Y sí, maestra no es.
- No, pero qué triste azul.
- Y ella tenía un poco de triste. Algo melancólico en la mirada, en la expresión. De vez en cuando sonreía, pero muy poco.
- Y sí, un poco desubicado si se larga a reír ahí.
- Por eso te digo, de vez en cuando, como para ser simpática. Aunque no lo hacía forzado. Eran sonrisitas sinceras que se le escapaban.
- ¿Qué te hacés el poeta, sonrisitas?
- No te cuento más, por hijo de puta.
- Dale poeta, no jodas.
- Bueno, eso. Pasaba de un lado para el otro con la bandeja en la mano ofreciendo café. Pero justo por la zona donde yo estaba, no pasaba muy seguido.
- ¿Vos estabas cerca del coso?
- Más o menos, a unos cinco metros.
- Re cerca. Capaz que por eso, a lo mejor la mina tenía impresión.
- ¿Cómo va a tener impresión si trabaja ahí?
- Sí, es verdad. Raro el laburo. A mí me daría impresión. Además la energía del lugar, debe ser heavy.
- Sí, eso pensaba mientras la miraba. Lo debe haber aceptado por los horarios y por el sueldo. Pero no debe ser que ella buscó específicamente "ese" trabajo. Seguro le quedó cómodo.
- ¿Y el teléfono cómo lo conseguiste?
- Me fui al patiecito interno a fumarme un pucho. Y se me ocurrió llamarla para que me diera fuego, pero no me veía, así que empecé a hacer señas con las manos. Había un montón de flores y se complicaba un poco, pero me vio. Vino y sin decirme nada se metió la mano al bolsillo y sacó unos fósforos. De esos que vienen en caja chica. Me prendió el pucho, le dije gracias y me pidió una seca antes de irse.
- Ah, tiró un poco de onda ella.
- Una seca pidió, nada más.
- ¿Y ahí le pediste el teléfono?
- No. Como dos horas después. Antes de irme me acerqué y le pedí el número. Medio que dudó, me dio la impresión que no encontró las palabras justas para darme una excusa creíble y terminó largando el número.
- Che, a todo esto, ¿de quién era el velorio?
- Del viejo de Fermín, el que labura conmigo en la agencia, el diseñador.
- Ah, sí, me habías dicho...
- ¿Qué pasa?
- Nada, me quedé pensado en lo que me contaste de la mina esta que labura ahí sirviendo café. Bah, sirviendo café en una sala velatoria y me acordé que mi mamá siempre que pasamos por un bar y queremos tomar un café se fija si cerca hay una clínica. Si hay una clínica no entramos. Dice que esos lugares no tienen muy buenas vibraciones. Que la gente preocupada la llena de una especie de mala onda.
- ¿Y qué tiene que ver con lo que te conté?
- Y eso, que pobre mina, laburar ahí donde todos lloran, están trises, qué se yo. Tiene relación.
- Sí, puede ser, entendí.
- ¿La vas a llamar?
- Creo que sí, quiero dejar pasar unos días, para no quedar pesado.
- Sí, mejor.