miércoles, 20 de febrero de 2008

autocine

sabe mucho más que yo de motores. se llevan bien. él y las herramientas, súper bien. ella, no tengo idea cómo llegó ahí, tiene una imagen muy barrial, trae un mate, para él. le cuenta que a la noche "va haber un eclipse, de luna". él no la escucha y su cabeza está más allá del asunto de cuatro ruedas. a él se le cae algo, no sé qué es, algo que le pertenece al auto. pero como él sabe, lo deja tirado y no le da importancia, así que debe ser una cuestión banal. da uno, dos y tres sorvos largos. se escucha el ruido, ese que avisa que el mate terminó. ella ya no piensa en la luna. está mirando a un chico de enfrente. le llama la atención la mochila inmensa que carga sobre su espalda y hasta creo que fantasea un poco con hacerle conocer la ciudad a ese extranjero. el mecánico no se da cuenta, o se hace el boludo. deja el mate en el piso. un perro pasa muy cerca y lame la bombilla. asco. "tengo ganas de ver una de fassbinder". me sorprende el comentario de él. agrega más información: "mañana voy a ir, si no me querés acompañar, mejor. tengo ganas de ir solo".

llego a mi casa y leo un poco de fassbinder. La soledad, el miedo, la desesperación, la angustia, la búsqueda de la propia identidad y la aniquilación del individuo por los convencionalismos, el amor no correspondido, la felicidad soñada y el deseo tortuoso, la explotación de los sentimientos y su comparación a una mera transacción comercial, las pasiones íntimas como forma de retratar una época (la de la Alemania de los setenta que aún arrastra las consecuencias de la posguerra, "de la democracia que recibió como regalo") y dar testimonio de sus grietas económicas, políticas, morales y sexuales, son los grandes temas del cine de Fassbinder.

respiro y vuelvo a pensar en lo que vi. un chico mecánico de profesión, arreglando algo de un auto y una chica que le dá un mate. de repente me entran ganas de ir al cine.

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